Hace tiempo que no hacemos entrevistas y queríamos volver a lo grande. Es un inmenso placer y honor tener hoy a Pilar Ramírez Tello, traductora literaria conocidísima, algunas de cuyas traducciones son todos unos éxitos de venta: Los Juegos del Hambre, Divergente, etc. Además, es una gran aficionada a la lectura, al heavy metal, a lo alternativo, al ganchillo (que aprendió en Estados Unidos) y a comprar ropa por encima de sus posibilidades. Destaco su enorme simpatía y eterna sonrisa.
Biografía
Pilar Ramírez Tello es traductora de inglés a español, especializada en narrativa juvenil, ciencia-ficción, fantasía y terror. Se dedica a la traducción a tiempo completo desde 2001, después de licenciarse en Traducción e Interpretación por la Universidad de Granada y hacer un máster en Traducción Literaria en Binghamton University-SUNY (EE. UU.). Ha traducido más de setenta libros para editoriales como Nocturna, RBA o Penguin Random House, entre ellos la trilogía de Los Juegos del Hambre, de Suzanne Collins y la serie de Divergente, de Veronica Roth. Fue elegida como representante española para el premio a mejor traductor de la European Science Fiction Society en el año 2016.
Traducciones recientes
- Roe, Robin. Una lista de jaulas. Madrid: Nocturna, 2018.
- Koja, Kathe. Cero. Madrid: La biblioteca de Carfax, 2018.
- LaValle, Victor. La balada de Tom el Negro. Madrid: Alianza (Runas), 2018.
- Roth, Veronica. Destinos Divididos. Barcelona: RBA (Molino), 2018 (en colaboración con Raúl García Campos).
- Hill, Joe. Tiempo extraño. Madrid: Nocturna, 2018.
Entrevista
Pues fue por eliminación. No encontraba ninguna salida profesional que me llamara la atención, y lo único que me gustaba hacer era leer y escribir. Entonces mis padres me compraron un libro en el que aparecían todas las carreras universitarias disponibles, y ahí descubrí que existía la licenciatura de Traducción e Interpretación. Como sabía inglés desde pequeña, me pareció una buena idea. También se me pasó por la cabeza la posibilidad de estudiar periodismo, pero con lo tímida que soy (y entonces lo era aún más), como que no.
No tenía ningún referente porque, como la mayoría, jamás me había fijado en quién traducía los libros que yo leía sin parar.
«No parece que las máquinas nos vayan a sustituir en el futuro próximo, al menos en el campo editorial».
─Pilar Ramírez Tello
Pues sin pena ni gloria, la verdad. Descubrí que se me daba bien traducir y no tan bien (ja) interpretar. Faltaba mucho a clase porque me aburría, era muy vaga y me producía terror hablar en público. Pero fui sacando todas las asignaturas y traduje bastante. También pude disfrutar de una Erasmus en Escocia, que me vino muy bien.
No sé decirte sobre los grados porque hace siglos que mi contacto con la universidad es superficial, a lo sumo. He conocido a bastantes estudiantes, pero no tengo ni idea de cómo es el currículo actual. En mi época diría que la cosa estaba bastante repartida entre asignaturas prácticas y teóricas.
Bueno, aprender no aprendí, pero sí que fue una sorpresa, porque me lo dieron cuando ya había terminado el máster y estaba de vuelta en España. Me llegó un sobre con el cheque y la enhorabuena, y fue una gran alegría. Más bien me sirvió de empujoncito anímico para intentar meterme en el sector editorial.
Creo que el máster me ayudó a encontrar trabajo nada más llegar a Granada, aunque fue en una agencia de traducción. También para conseguir bastantes entrevistas laborales. En cuanto a las editoriales… No lo sé. La única puerta que se me abrió fue la de La Factoría de Ideas, y ellos se la abrían prácticamente a todo el mundo. Encontrar trabajo con otras editoriales tuvo más que ver con la información y los contactos que recibía a través de otros colegas, y con la experiencia que ya había acumulado.
Qué va, en absoluto. Cuando leí Divergente pensé que iba a ser un fracaso, no te digo más.
Bueno, un poco de todo. Es una mezcla de trabajo y creatividad. Un neologismo no suele brotar de la nada, sino que parte del trabajo y la imaginación previos de la autora que lo ha creado. La labor de la traductora consiste en analizar ese proceso y reproducirlo en su idioma. Investigas de dónde ha salido el término, y después le echas imaginación para imitar su creación y dar con algo que suene bien y creíble en tu idioma.
Muy bien traído, ¿eh? Pues sí, claro, a eso aspiramos: a ser invisibles en el texto. Probablemente sea imposible lograrlo del todo porque cada uno tiene sus tics al escribir, pero lo intentamos. Queremos que se lea el estilo del autor, no el nuestro.
Buf, no me veo yo como para dar muchos consejos, la verdad, no soy ninguna experta. Quizá que no se asuste, porque al principio da mucho miedo. Te dicen que tu hijo o hija tiene algo MALO, algo que tú solo has visto en las pelis (y en las pelis es MALO), y claro, te mueres de miedo por él o por ella. Pero no es MALO, sino DISTINTO. Ni mejor ni peor. Y no tiene nada que ver con lo que hemos visto en la tele o en las pelis. Tu peque será feliz si te relajas y le echas una mano cuando haga falta, como cualquier otro crío.
¿Qué he aprendido? Lo mal informados que estamos sobre las cosas que no nos afectan directamente. Y a ser más comprensiva con los demás, porque nunca sabes qué historia se esconde detrás.
Hum… Con Cero tuve la suerte de conocer a su autora, Kathe Koja, porque un amigo común nos presentó por Facebook al enterarse de que iba a traducir ese libro. Y eso me salvó en un par de ocasiones, puesto que la edición digital que teníamos en inglés era una penica y tenía algunos errores tipográficos. Como, además, es un libro con imágenes y metáforas poco comunes, a veces no sabía bien si se trataba de una errata o algo intencionado. Por ejemplo, en cierta parte se decía que: «No smile, severely stirred the peppers, hands efficient with auger» Y yo no sabía qué hacía ahí ese auger…, hasta que la autora me aclaró que debía ser ‘anger’. Después pensé: «Claro, soy mema». Pero bueno, ejem.
Ay, no sé decirte. Por un lado, sí, porque veo que empieza a funcionar nuestra labor de gota malaya y cada vez se nos menciona más en reseñas, fichas y demás (véase el caso de Página 2). La esperanza es que eso se vea reflejado en las condiciones laborales. Además, no parece que las máquinas nos vayan a sustituir en el futuro próximo, al menos en el campo editorial. Por otro… Los plazos cada vez son más locos, la vida cada vez está más cara, una se hace vieja… En fin, que no sé.
Que mi poema favorito de Poe es «Annabel Lee», probablemente por culpa de Radio Futura.
Agradecemos a Pilar su tiempo y amabilidad.
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