Estrenamos 2017, un nuevo tesoro en forma de tiempo que hemos de aprovechar de forma productiva. Un año, miles de posibilidades; cientos de páginas por leer y traducir; decenas de anécdotas de contar, y algunos, esperemos, contratiempos de los que aprender.
Atrás quedó el 2016
Al igual que la ciencia especula con distintos universos paralelos, múltiples son los prismas con los que contemplar el año: lo podemos ver desde tantos «universos» como facetas vitales de cada uno (profesional, social, personal, deportiva, etc.).
En mi caso, el año 2016 ha sido un año del que saco un balance positivo, sobre todo en lo profesional, ya que he creado, entre otras cosas, esta página y me han salido bastantes clases y algunas traducciones (entre ellas, mi primer libro, cotraducido con Juan Carlos Postigo, que se publicará este año; te tendré informado).
Conservo un grato recuerdo de las tardes tecleando en el Word frenéticamente y documentándome para dar con la expresión más adecuada para conseguir el mismo efecto que el texto original; o las horas haciendo cola en la copistería para fotocopiar ejercicios adaptados al nivel de cada uno de mis alumnos de clases particulares, o las sesiones de tutorías telefónicas con mis alumnas cuando estuve dando un curso de francés en Mainfor, este verano.
Todo esto es tiempo productivo —salvo las colas, ja, ja, ja— bien aprovechado porque ha sido tiempo en el que —tras largos años formándome, aprendiendo las reglas— he aprendido excepciones muy valiosas que me sirven para afinar mi savoir faire; ¡y lo que me queda!
También es destacable lo bien que me está yendo en Psicología, carrera que comencé en 2014 y de la que pienso sacar partido para traducir e investigar. Todo esto ha sido posible porque en lo personal estoy en una etapa de mi vida muy equilibrada, sin apenas turbulencias significativas. Por tanto, las patas de mi mesa están lo suficientemente estables para que esta no se caiga.
¿Qué pedirle a este 2017?
Pues, más de lo mismo y seguir creciendo: para mí el aprendizaje continuo es sagrado; y medrar en la vida, también. Dicen que si uno nace pobre no es por su culpa, pero si muere pobre, sí lo es. De momento, la prioridad es que no falte trabajo y tener ilusión por comerme el mundo todos los lunes por la mañana; lo demás, si viene, bienvenido sea (pero te aseguro que no sucederá este año).
Otro punto que quiero trabajar a lo largo de este flamante año es hacer un mayor número de propuestas de traducción. Es un tema para el que hay que ser muy perseverante, por lo que hay que maximizar las posibilidades de traducir para una editorial.
Me gustaría ir al Ojo de Polisemo de este 2017. Tres días de conferencias y encuentros con profesionales del mundo de la traducción y edición de libros, todo ello organizado por Acett. Y, cómo no, la Feria del Libro de Madrid es otra cita obligatoria. Tendré que hacer de nuevo cola en la copistería para encargar un número suficiente de tarjetas de visita; ¡networking, networking y más networking!
Tengo más propósitos, pero no quiero abarcar demasiado; sin embargo, no puedo omitir el más importante de todos, sin el cual ninguno de los anteriores se haría realidad: tener (mucha) salud. A tal efecto, seguiré practicando deporte y espero participar en unas cuantas carreras populares. Espero cuidar un poco más la dieta, también.
Conclusión
Recapitulando, estos 365 días hay que disfrutarlos y aprovecharlos al cien por cien. El tiempo, a diferencia de otros bienes, no abunda y, sobre todo, no vuelve; por lo tanto, haz que este sea realmente oro para ti.
Te deseo que todo te vaya bien este año, lector, traductor, editor, filólogo, periodista, etc., y que tus metas sean realidades que realmente te hagan crecer.
Me gustaría que en los comentarios compartieras sucintamente con nuestros lectores qué metas has cumplido en 2016 y cómo han mejorado tu vida profesional. Gracias 😉